La primera vez que vimos a Rosalbita, su alegría y conocimiento nos impresionó. Tenía aquella sabiduría de las mujeres que ya han pasado por todos los dolores y han visto todo lo que tenían que ver en un contexto de guerra en la Hormiga- Valle del Guamuez, Putumayo. En mi caso, ya no recuerdo en que año fue que llegó a Tejedoras de Vida, pero por lo menos, aproximo, más de diez. Y, desde esa primera reunión, desde ese primer día, nunca faltó a evento, plantón, capacitación, protesta, día de conmemoración, mural, reunión con embajadores, alcaldes o mujeres de base.

Esa hermosa risa, autoridad y humildad, sobre todo, la dejó por siempre en nuestro corazón. Pero más su historia. La conocimos al tratar de identificar y visibilizar las iniciativas inspiradoras sobre mujeres que lideraron la sustitución voluntaria de cultivos de coca a través de sus organizaciones o comunidades. De tanta muerte y violencia, de tanta fumigación e impactos a sus animales y cultivos de pan coger, ella tomó la decisión de impulsar la erradicación de los estos cultivos en su vereda. Era la época del programa Guardabosques; además de convencer a su familia, involucró a su vereda Las Vegas, que logró con el tiempo, ser una de las primeras certificadas como libre de cultivos de coca, no sin antes, durante este proceso, resolver todo tipo de duras situaciones contra los actores armados y el narcotráfico. La última vez que la vimos, no hace más de quince días, reclamaba- con dolor sentido-, por qué, estas iniciativas tan valientes y sostenibles en el tiempo, no fueron consideradas, ¿ni incluidas en los programas PNIS?, ello bajo el argumento de que estas veredas NO TENIAN COCA; cómo así, dijo, ¿se premian a los que tienen coca?, nos inquirió. A esta mujer, le sobraba dignidad y sabiduría.

Fue Mediadora de Paz, Ecoturista, Guardiana del Agua, fundó la Mesa Piloto de Garantías de Seguridad para Defensoras en el Putumayo, formuló la Política Pública de la mujer en el Valle del Guamuez, participó en la creación del Consejo Consultivo de la Mujer; fue presidenta casi permanente de la Junta de Acción Comunal de las Vegas en el Valle del Guamuez, y fundadora de la organización Agroganadera con criterios sostenibles, entre cientos de otras actividades y organizaciones que apoyó y de seguro se nos pasan en este escrito.

Era una mujer que siempre estaba allí, cuando la necesitaban. Su vida familiar, como las de la mayoría de las mujeres de las zonas rurales del Putumayo, no fue diferente en responsabilidad y trabajo duro. Madre, cabeza de familia de dos hombres y tres mujeres, a quienes les logró en condiciones imposibles, educación y cuidado a través de su trabajo diario – de 4 de la mañana a 10 de la noche- con la cría de animales y labores agrícolas en su finca.

Rosalbita, como le decíamos, era solo amor, calidez, solidaridad, concertación y diálogo; personalmente me gustaba abrazarla, era sentir toda la nobleza en un solo ser. Nunca habló mal de ninguna compañera, nunca habló mal de nadie, sus intervenciones se basaban en argumentos sobre las situaciones injustas de las mujeres, de su comunidad y siempre, tenía propuestas para superarlas. Y una de estas, fue, la que más defendimos y logramos incluir en el proyecto “Mujeres Que Transforman” del Fondo Europeo para La Paz; se trata de su campaña del futbol para la reconciliación, la Paz y la disminución de las violencias de género, dirigido a las mujeres y jóvenes de la Vereda Las Vegas, con la cual estaba muy emocionada, convencida y actualmente en proceso de implementación.

Estamos seguras que ella está bien, en donde esté. En este mundo, le tocó vivir lo peor, arriesgó su vida muchas veces para salvar a otros, le quitó a los paramilitares muchas personas conocidas, le quitó a la guerrilla muchas personas acusadas y les dio a tod@s otra oportunidad en la vida. Después se dedicó a que tuvieran comida, a un mejor bienestar, a reconciliarnos y a que lográramos la paz que aún no tenemos, esto, tanto la vida, como la muerte lo valorará y lo reconocerá.

Lamentamos profundamente esta luz que se apagó, lamentamos que no pudimos hacer nada por evitarlo, lamentamos el dolor de su familia, el de su comunidad, el de cada persona que la conoció, vivió su amor por la vida y su convencimiento por la paz. Su insistencia, en que unidas y organizadas hacemos más, será nuestro legado. Lamentamos su muerte en un momento importante para el país, – con el paro nacional y una epidemia en crecimiento -, cuando más la necesitamos, nos dejó. En especial, lamentamos, no poder expresarle todo nuestro amor y respeto en su lugar de origen y decirle adiós con toda la dignidad que se merece.

Rosalbita, Presidenta de la JAC de las Vegas, Tejedora de Vida, Guardiana del Agua, Lideresa del Valle del Guamuez, amiga, madre, compañera, NO te vamos a olvidar, No te vamos a olvidar y NO permitiremos tampoco que te OLVIDEN, es una promesa.

Por: Ncy Sánchez/Tejedora de Vida.