En ocasiones en Colombia, caminamos como el cangrejo. La revelación del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) que da cuenta que en la actualidad las disidencias de las Farc que no se acogieron al Acuerdo de Paz tienen 34 estructuras criminales que alcanzan los 5.200 combatientes, es una muy mala noticia mire por donde se mire.
En el estudio titulado “Los Focos del Conflicto en Colombia” queda en claro la aceleración en la reorganización de los grupos armados ilegales en los últimos tres años.
Un lunar para el Gobierno Nacional que llegó al poder precisamente por sus promesas de consolidar la tranquilidad entre los ciudadanos y que en su concepto había sido lograda con la política de Seguridad Democrática impulsada durante los ocho años de gobierno del presidente Uribe (2002-2010) y, que según sostenía el uribismo, fue dejada perder por los gobiernos de Santos (2010-2018).
Por el contrario, Santos reclamaba que durante su ejercicio firmó el Acuerdo de Paz con lo que tuvo éxitos evidentes, entre estos, bajar los niveles de violencia a registros solo comparables a décadas atrás.
Duque no lo veía así y basó su campaña –junto con su fórmula Marta Lucía Ramírez, quien había sido ministra de Defensa- en volver a tomar el rumbo perdido y entregar de nuevo partes de tranquilidad tanto en el campo como en la ciudad.
Si nos atenemos al informe de Indepaz así no ha sido. De acuerdo con el documento, las disidencias están creciendo a un ritmo frenético. En el bloque sur occidental, habría 12 estructuras en las cuales 2.700 personas estarían dentro, mientras tanto, la Segunda Marquetalia contaría con 2.000 personas en sus 10 estructuras. De igual forma, el comando coordinador de occidente contaría con 500 personas en 8 estructuras.
La opinión de Uribe y el Centro Democrático
De hecho, el deterioro de la seguridad es un tema que ha provocado críticas desde el interior del Centro Democrático hacia el presidente Duque. Desde cuestionamientos inesperados por parte de su mentor, el expresidente Uribe, hasta quienes ahora aspiran a sucederlo.
El exsenador y jefe natural del partido señaló: “Colombia necesita una conciencia colectiva de seguridad que impulse la superación de esta violencia. La comunidad debe exigir autoridad en todos los niveles”.
Por su parte, María Fernanda Cabal, una de las precandidatas, sentenció en una ocasión: “Muchas bases conservadoras uribistas están desilusionadas, sienten que estamos dejando a un lado las banderas, porque el Gobierno está dejando a un lado una las banderas más importantes, que es la seguridad democrática”.
El Eln también ha crecido
La capacidad militar de las disidencias se ha duplicado, dice Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación. “En 2018 las disidencias operaban en 56 municipios, hoy están en 123”, detalla. Y eso no es todo. “El Eln también ha crecido y grupos como el Clan del Golfo”. ¿Qué significa esto? “Un cuadro generalizado de deterioro de la seguridad que traducen en masacres, aumento de homicidios entre otras acciones”, dice.
El informe da cuenta que los armados se han ido expandido a lo largo y ancho del territorio nacional. Aunque pone la lupa en Antioquia, Norte de Santander, Cauca, Nariño y Meta.
“Hay 123 municipios con actividad de los grupos post Farc-EP durante 2020, en 22 departamentos, cifra que representa un aumento de la afectación en comparación con 2019 de 30 municipios”, se lee en el documento.
Frente a los grupos paramilitares, hay 22 estructuras consideradas como narcoparamilitares y 27 bandas delincuenciales emergentes “con acciones por tercerización de grandes grupos”.
Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC, tienen entre 1.600 a 1.700 personas y tendrían presencia en el 80 % del total de municipios afectados por grupos paramilitares. “Usted recorre cualquier punto del Chocó hacia el litoral y está totalmente tomado por estos nuevos y reciclados grupos paramilitares”, dice un testigo que viaja por esta región.
Y es que la presencia de escuadrones armados de extrema derecha también va en aumento. “Se encontraron 291 municipios con actividad narcoparamilitar durante 2020 en 27 departamentos, cifra que representa un aumento de la afectación en comparación con 2019 de 30 municipios”.
Un tema que va a incidir en la campaña presidencial
Esta inquietante radiografía seguro va incidir en la campaña presidencial. Alejandro Gaviria, uno de los aspirantes ha dicho, que «Colombia, trágicamente, tenemos que aceptarlo así, podría entrar en un tercer pico de violencia”.
“Nuestros padres vivieron primero, la violencia política de la primera mitad del siglo XX. Mi generación tuvo que vivir un segundo pico, que vino con la superposición de guerrillas y narcotraficantes; una violencia alimentada, en parte, por quienes creían que tenían siempre la razón y justificaron y deshumanizaron a quienes piensan distinto. Ahora nuestros hijos pueden sufrir lo mismo», dijo.
La aclaración de Indepaz sobre las disidencias y el Acuerdo de Paz
Leonardo Gonzáles, coordinador del observatorio Indepaz, hizo una aclaración a EL TIEMPO, asegurando que el aumento de combatientes en las disidencias de las Farc no tienen que ver, como han señalado algunos sectores políticos, con un incumplimiento del Acuerdo de Paz.
De los 5.200 combatientes que menciona el informe, dice que la gran mayoría son nuevos reclutados, en vez de personas que le hayan dado la espalda al Acuerdo y que «estén volviendo a la guerra».
«De 13.000 personas que se acogieron al Acuerdo de Paz, el 95% está cumpliendo, según Naciones Unidas y más organizaciones. Es decir, probablemente el 5% restante están en estas estructuras, pero esto solo representa 795 personas de más de 5.000. Esto quiere decir que este pie de fuerza lo conforman nuevos reclutas con viejos nombres de estructuras», asegura.
Así mismo, desde Indepaz indican que de los 5.200 hombres que menciona el informe, algunos son efectivamente combatientes en armas, pero otros varios «son personas que hacen parte de redes de apoyo logístico».
Finalmente, aclaran que estas disidencias, el Eln y los paramilitares «tienen una actividad de control territorial para la seguridad del narcotráfico», de este modo, «son más fuerzas de ocupación» y son muy distintas a las guerrillas del siglo pasado que pretendían «con un discurso político tener una base social».
«No es comparable la situación actual de las Farc con estos tres grupos independientes de disidencias», explica Camilo Gonzáles Posso, director del observatorio.
Fuente: El Tiempo