En una reciente publicación, la Universidad de Harvard explicó que emplear las semillas de chía como parte de una dieta equilibrada lograría la prevención de enfermedades crónicas, ya que estas contienen Omega 3; no obstante, aseguraron que es mejor una nutrición con alimentos ricos en Omega 3, que consumir demasiadas semillas de chía.

Las semillas de chía pertenecen a la familia de las lamiáceas, son fuentes de vitaminas y minerales, poseen un alto contenido de fibras y proteínas, y además están compuestas por grasas saludables, como el omega 3, un conjunto de ácidos grasos que fortalece las neuronas y ayuda a mejorar la salud del corazón.

Según Harvard, en estudios en animales y humanos, los ácidos grasos del omega 3 (compuesto de las semillas de chía) han demostrado que beneficia la salud cardiovascular, ya que ayuda a disminuir los niveles de colesterol, regula el ritmo cardíaco y la presión arterial, evita la inflamación, y además previene la formación de coágulos de sangre.

La razón por la que aparentemente las semillas de chía ayudan a reducir el colesterol ‘malo’ del cuerpo, mejorar la digestión, y evitar que los niveles de azúcar en la sangre aumenten después de haber consumido algunos alimentos, es porque están compuestas de fibras solubles y de mucílago, las cuales aportan muy buenos nutrientes al organismo. 

No obstante, de acuerdo con la publicación de Harvard, aunque estudios en animales hayan demostrado que el consumo de chía es beneficioso para regular los niveles de colesterol, ayudan la pérdida de peso y el aumento de la saciedad, según literatura y ensayos, estas semillas no han demostrado beneficios específicos en humanos con problemas cardiovasculares, de azúcar y de peso.

Asimismo, lo que plantean es que las semillas de chía actúan a modo de beneficio junto con otros alimentos ricos en omega 3, nutrientes y plantas. Por eso, es importante llevar una dieta balanceada, acompañada de un estilo de vida saludable y de ejercicio.